Un ingeniero químico y un oftalmólogo conquistan Harvard en busca de una cura para la ceguera corneal

Francisco Martín-Martínez, ingeniero químico del prestigioso MIT de Boston y el oftalmólogo Miguel González-Andrades, que trabaja en la popular Universidad de Harvard, dieron a conocer en esta institución, número uno mundial, su trabajo conjunto sobre cómo implantar sistemas de materiales complejos de córneas artificiales.

Fran Martínez y Miguel González, son dos claros ejemplos de talento emigrado.  En 2014 abandonaron Granada para cruzar el charco. Desde entonces ambos desarrollan en Estados Unidos su actividad profesional y ahora sus caminos confluyen. «Nuestro objetivo final es encontrar una cura definitiva a la ceguera corneal», avanzan. Ahí es nada.

La pregunta es clara. ¿Cómo lo van a conseguir? Por un lado Fran, Ingeniero Químico y Doctor en Química por la Universidad de Granada, investiga el diseño, modelado, y síntesis de materiales con aplicaciones en energía, biomedicina, e incluso infraestructura. Por otro lado Miguel, malagueño de nacimiento y Doctor en Medicina por la Universidad de Granada y especializado en Oftalmología, es reconocido internacionalmente por sus trabajos pioneros en la generación de córneas artificiales para tratar la ceguera corneal. Su colaboración, por tanto, pretende establecer qué materiales de los diseñados por Fran se pueden aplicar a las investigaciones que lleva a cabo Miguel. «Yo trabajo con el diseño molecular de nuevos materiales, y en particular en nanomateriales y en biomateriales, que son los ámbitos que más le interesan a Miguel», nos cuenta el granadino del MIT.

-¿Cómo explicarías a alguien sin conocimientos lo que estáis haciendo?

-Fran: Usamos ordenadores para diseñar materiales. Podemos predecir cómo son sus propiedades y por tanto fabricar aquello que hemos predicho.

-Miguel: Generamos tejidos artificiales en el laboratorio con el fin de sustituir tejidos u órganos dañados en pacientes, de modo que no se precisarán donantes para realizar trasplantes.

Con esta encomiable tarea bajo el brazo se presentaron el pasado 11 de mayo en Harvard, concretamente en el Schepens Eye Research Institute (Instituto de investigación de excelencia internacional  en investigación ocular), afiliado a la facultad de Medicina de la prestigiosa institución académica. Ante ellos, un auditorio de 50 personas deseosas de escuchar cómo pretenden ejecutar sus aspiraciones. El resultado no pudo ser mejor. «El hecho de presentar sobre lo que hemos trabajado durante cuatro años ante un público especialista en la materia, hace que se convierta en un momento a disfrutar», detalla Miguel. «Creo que gustó mucho. Y también convencimos a los asistentes del potencial que la combinación de simulaciones y experimentos tiene para el desarrollo de nuevos materiales con aplicaciones en medicina», añade Fran. La importancia de la cita no se tradujo en nervios, «aunque sí en incertidumbre con respecto a la audiencia», matizan, «pero de desvaneció al poder defender con calma y confianza nuestro trabajo», sentencian.

De vuelta al día a día, ambos continúan su labor de investigación, tanto por separado, como de manera conjunta. Los materiales con los que opera Fran tienen aplicaciones en áreas muy diversas. En nanotecnología, con el grafeno y los nanotubos de carbono para energía (baterías, electrónica, energía solar); materiales de biomasa (algas, madera, estiércol) con aplicaciones en infraestructura (asfalto); y también medicina (materiales con seda, y distintos tipos de proteínas).»Estos últimos, y también los nanomateriales son los que más me acercan a lo que hace Miguel», recuerda el granadino. El malagueño, por su parte, explica que anda centrado en «la generación de tejidos artificiales que puedan sustituir a la córnea humana cuando está dañada. La córnea es la capa más superficial del ojo, una capa de tejido transparente que está por encimad e la pupila y del iris, donde se apoyan las lentillas que mucha gente usa. Es un tejido fundamental para tener una correcta visión. De modo que cuando se daña, puede provocar pérdida de agudeza visual e incluso ceguera».

Miguel establece en este punto el fin último de esta sinergia. «Esperamos que nuestra investigación con nuevos materiales nos permita desarrollar tejidos artificiales que puedan sustituir una córnea humana dañada y restaurar la visión de los pacientes afectados por enfermedades corneales. Actualmente, estamos desarrollando experimentos en animales de algunos de los modelos generados en mi grupo en Harvard, los cuales, si funcionan como esperamos, podríamos pasar a medio plazo a la evaluación clínica», avanza.

 

El futuro, ¿lejos de España?

Echando la vista atrás Miguel recuerda cómo, en 2013, cuando aún era adjunto de Oftalmología en el Hospital Universitario de San Cecilio, recibió el premio a los mejores innovadores menores de 35 años del MIT Technology Review edición España, que conlleva un viaje a Boston para conocer el entorno emprendedor de la ciudad. «Allí pude reunirme con el Profesor Dohlman , leyenda viva de la oftalmología con 95 años. En ese mismo momento me ofreció un contrato por un mínimo de dos años con la libertad total para desarrollar nuevas líneas de investigación para la generación y mejora de córneas artificiales», revela. Aquel mismo año Fran recibió una oferta del MIT mientras trabajaba en Bruselas. Han pasado casi 5 años desde entonces y ambos reconocen que les gustaría regresar, «Si no a España, al menos a Europa», según Fran. Miguel concreta algo más: «La familia y la tierra tiran, y en nuestro caso, hace ya algunos meses que andamos yendo y viniendo de Boston a Granada mensualmente por un tema familiar, y por tanto la opción de regreso se ha contemplado».

A la espera de que llegue ese momento, los dos genios «made in Granada», admiten que «nuestros campos son punteros y con mucho futuro, pero también son muy competitivos. EE.UU es un lugar muy bueno para investigar, pero tampoco es el único. Hay muchos países europeos donde también se hace investigación puntera, y por supuesto también en España, donde hay gente que hace una investigación excelente». Fran especifica más: «El entramado burocrático y endogámico de la Universidad, no ayuda a la incorporación de talento. Pero aún así, hay casos en los que se está haciendo las cosas bien, y quiero pensar que se está cambiando hacia mejor». Miguel reconoce que en Estados Unidos ha encontrado «total libertad y recursos para llevar a cabo todas mis ideas. Además, Boston te ofrece jugar en la primera liga a nivel profesional-científico. Es como jugar en la NBA. Tanto Harvard, como el MIT, donde Fran trabaja, siempre están con las primeras Universidades a nivel mundial en todos los rankings».  Con respecto a España, admite que » se puede y se hace investigación de calidad. Sin embargo», agrega, «la falta de inversión tanto a nivel público como privado en ciencia así como un sistema anquilosado en el pasado donde en vez de primar la meritocracia, reina la burocracia extrema y la endogamia, dificulta mucho. e incluso bloquean, el progreso de la ciencia en nuestro país».

Fran, que también es presidente de ECUSA, la organización que aglutina a los científicos españoles en Estados Unidos , sostiene que todos ellos coinciden en que «es importante desarrollar un modelo económico que promueva la investigación y la innovación como un motor esencial para la creación e riqueza y bienestar, lo que no parece que esté claro en muchos de los sectores de la administración española». Según opina, «no se trata de evitar de que la gente salga fuera, sino de dotar al sistema de los mecanismos suficientes para que aquellos que lo deseen, puedan volver en condiciones que permitan realizar su trabajo de manera adecuada, y ahí aún queda mucho por hacer».

Y es que la competencia es «altísima», como descubre Miguel. «Nuestro Instituto de investigación en Harvard parece la ONU. Por ejemplo, en el grupo que yo lidero, todos somos de fuera. Sólo importa el currículum y las capacidades que uno tenga. En la facultad de Medicina de Harvard los investigadores principales, incluyendo titulares y catedráticos, tienen que conseguir proyectos competitivos para financiar no solo sus investigaciones (tanto personal investigador como materiales) sino también sus salarios. Sino lo logras, te invitan a irte», concluye. Él y Fran,  sin embrago, aguantan. Y de qué forma.

Fuente de la noticia: IDEAL Granada.